En el mundo médico, hablar de salud mental puede sentirse como estar desnudo y exponerse. Para muchos médicos generales, abrirse con colegas sobre el estrés, la ansiedad o el agotamiento genera miedo: miedo a parecer débiles, poco profesionales o “no aptos”. Pero la realidad es otra: reconocer lo que sentimos es un acto de honestidad, madurez y, sobre todo, humanidad. Sin hablar de todos los beneficios que esto puede traer a tu salud mental. A continuación, te comparto algunas claves para hacerlo sin sentir que estás perdiendo fuerza, sino ganando bienestar:
1. Cambia la narrativa interna: hablar no te hace débil, te hace consciente
No se trata de quejas, ni de dramatismo. Se trata de reconocer que eres humano y que, como todos, también necesitas cuidado. Piensa esto: ¿si uno de tus pacientes se abriera contigo sobre lo que siente, lo juzgarías? Seguramente no. Entonces, ¿por qué hacerlo contigo mismo o con un colega? Por el contrario, tu colega, al vivir lo mismo que tú, puede entenderte perfectamente, incluso, deseando hablar de ese tema que tú nombraste sin atreverse. Al hacerlo la carga se aliviana y de inmediato llega la sensación de bienestar.
2. Elige espacios seguros y personas confiables
El hecho de que quieras hablar con tus colegas sobre salud mental, no significa que debas hacerlo con todo el mundo. Empieza por ese colega que sabes que te escucha sin juicio. A veces una conversación honesta es más poderosa de lo que te imaginas y puede traerte más bienestar del que crees.
3. Habla desde la experiencia, no desde la etiqueta
Puedes decir: “he estado sintiéndome saturado últimamente, me cuesta desconectar después de cada jornada.” En lugar de “creo que tengo ansiedad y no sé si estoy colapsando.” Ambas son válidas, pero cuando hablas desde lo cotidiano, conectas más fácilmente con los demás y reduces el miedo a ser malinterpretado. Habla desde el presente sin generalizar.
4. Normaliza el autocuidado como parte de tu rol profesional
El autocuidado es fundamental para tener un desarrollo profesional satisfactorio, si tú no te preocupas por ti, nadie lo hará. Por eso, cuando hablas de que estás haciendo terapia, meditación o tomando días de descanso, no estás “admitiendo debilidad”, estás dando ejemplo. Eres un modelo para otros médicos, internos o pacientes. Que te vean cuidarte envía un mensaje poderoso: la salud mental también es salud.
5. Recuerda que tu colega tal vez está esperando encontrar con quien hablar
Muchos colegas están esperando que alguien diga lo que ellos también sienten. Tú puedes ser esa voz que rompa el silencio. Y lo más seguro es que encuentres más comprensión de la que imaginas. Porque es alguien que está viviendo lo mismo que tú, el cansancio, el miedo, las preocupaciones y está sometido a las mismas expectativas ajenas.
Hablar de salud mental no te expone, te libera.
Muchos médicos pueden sentir que hablar sobre su salud mental los pone en una situación de vulnerabilidad poco favorable, en la que quedan a merced de los demás, pero reconocer lo que sientes y expresarlo no te quita autoridad ni respeto. Te lo suma. Porque detrás del profesional hay una persona. Y esa persona también merece ser cuidada, escuchada y sostenida.
Así que no sientas miedo de hablar sobre lo que te está pesando por dentro, tal vez tus colegas puedan acompañarte en el sentir, sostenerte o, incluso, sentirse identificados y agradecerte el poner en palabras lo que a tantos médicos les gustaría hablar, pero que les cuesta.