Cada día a día nos topamos con diversos tipos de patologías en nuestros pacientes que se manifiestan de diferentes maneras generando en ellos un dolor agudo e insoportable. La artrosis de cadera es una de esas que podemos encontrarnos en nuestras consultas y es nuestro deber dar un diagnóstico oportuno para poder comenzar con un buen tratamiento y brindar un manejo inicial que permita mejorar la calidad de vida del paciente. 

Recordemos que la articulación de la cadera está conformada por la unión de dos huesos: el coxal y el fémur; siendo esta el engranaje perfecto que permite el movimiento de la cadera en muchas direcciones. A su vez, están recubiertos de cartílago, el cual es el tejido que facilita los movimientos entre las superficies óseas y evita que rocen directamente entre ellos. Sin embargo, es en este punto donde, al pasar los años y como consecuencia del desgaste progresivo de estos cartílagos, se origina la artrosis de cadera.

Pero, ¿cómo podemos identificarla fácilmente?

Podemos identificar esta patología en nuestros pacientes, al igual que la artrosis en otras locaciones del cuerpo, por el dolor agudo que desencadena el movimiento activo y pasivo. Siendo un dolor en la ingle el principal foco de la artrosis de cadera; algunas veces, también nuestro paciente puede referir dolor en las rodillas y en el glúteo. Otros de los síntomas más comunes son: rigidez matutina y dificultad para caminar. 

Por otro lado, es importante resaltar que la artrosis de cadera es una enfermedad crónica por lo cual tiende a durar toda la vida y suele evolucionar muy lentamente, con el transcurso de los años.

¿Cuáles son sus posibles causas?

Las causas de la artrosis coxofemoral o artrosis de cadera se pueden englobar en cuatro categorías:

  1. Factores vasculares: estas causas dan lugar a luxaciones y otros daños de tipo vascular que pueden desencadenar una artrosis de cadera. 
  2. Desequilibrio: tal como el ocasionado por una desigualdad de longitud de los miembros inferiores.
  3. Factores congénitos: por trastornos del desarrollo del feto. Por ejemplo, una displasia de cadera o un trastorno en el crecimiento (enfermedad de Perthes en niños).
  4. Factores traumáticos: por lesiones externas  como es el caso de una luxación traumática.

Recuerda que, en un primer diagnóstico, es importante que recomendamos a nuestros pacientes quietud y que, a su vez, eviten levantar cargas pesadas para así prevenir un daño mayor en su cadera. Lo mejor que podemos sugerir son las caminatas suaves así como resaltar los beneficios de mantener peso adecuado para su recuperación. De igual manera, dentro de los pasos a desarrollar es una radiografía de cadera en adultos principalmente donde se puede objetivar el grado de artrosis que existe y así confirmar el diagnóstico.

Ahora que ya repasaste un poco más sobre esta patología, comparte con tus compañeros este blog, de seguro les ayudará a tener presente estos temas en su día a día y lograr ser así los mejores médicos para sus pacientes.