Una persona que llega a nuestro consultorio manifestando un dolor intenso en su rodilla, limitación del movimiento articular, asociado a inflamación, excoriaciones o heridas localizadas puede tratarse de un paciente que cursa con fractura de rótula. 

Durante nuestros turnos o en el servicio de urgencia, solemos encontrarnos con pacientes que llegan con fractura de rótula, manifestando dolor agudo e intenso y, a su vez, requiriendo una atención inmediata. Por esta razón, es importante que recordemos cuáles son los tipos de fracturas de rótula, sus signos y síntomas, y cómo realizar el diagnóstico de forma más certera para así poder brindar una atención inicial rápida y efectiva.

El mecanismo de producción de estas fracturas suele ser, casi siempre, por un trauma directo (golpe directo sobre la rodilla) o, menos frecuentemente, indirecto (avulsiones por tracción violenta del cuádriceps), generando una lesión grave que puede dificultar o incluso imposibilitar la extensión de la rodilla impidiendo una movilización correcta por parte de nuestros pacientes, es importante reconocer que existen varios tipos de fracturas de rótula: 

  • Fractura estable: los fragmentos permanecen en contacto entre sí o están separadas por un milímetro o dos. Se trata de una fractura que permite un tratamiento conservador con inmovilización.
  • Fractura desplazada: los fragmentos óseos están separados. Este tipo de fractura a menudo requiere cirugía para estabilizar los fragmentos.
  • Fractura conminuta: en este tipo de fractura, el hueso se rompe en tres o más piezas. Dependiendo del patrón específico de la fractura.
  • Fractura abierta: el hueso se rompe de tal manera que los fragmentos de hueso se exponen a través de la piel o una herida penetra hasta el hueso. Una fractura abierta a menudo implica daño a los tejidos blandos circundantes y puede tardar más tiempo en recuperarse, generando en nuestros pacientes posibles dificultades para realizar sus tareas diarias y es por esta razón que debemos actuar con rapidez al momento inicial de la consulta. 

Pero… ¿Cómo podemos generar un buen diagnóstico?

En este sentido, cuando revisamos a nuestro paciente podemos brindar un diagnóstico inicial al detectar una inflamación, limitación del movimiento articular, excoriaciones o heridas teniendo en cuenta lo referido por el paciente en el mecanismo de la lesión.

Una vez sospechada la presencia de fractura de rótula, se procede a corroborar el diagnóstico mediante radiografías simples en posición anteroposterior, lateral y axial. Estas últimas ayudan a definir la presencia de fracturas osteocondrales. En ocasiones se requiere la solicitud de pruebas complementarias (RMN o TAC) para visualizar el estado del cartílago u observar con más detalle la fractura.

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