La preparación en medicina suele estar enfocada en enseñarle a los médicos a resistir, aguantar y seguir… pero no les enseñan a parar ni a prevenir el burnout. En medio de turnos extensos, pacientes exigentes y decisiones críticas, es fácil caer en un ciclo de agotamiento que no solo impacta tu bienestar, sino también la calidad del cuidado que ofreces. Por eso, hablar de prevención del burnout es muy importante, no solo para la salud mental, sino para asegurarse de brindar también, una atención de calidad.

Aquí no te diremos que “duermas más” o “te tomes un respiro” —aunque sería ideal—, pero sí te contaremos de estrategias que realmente puedes aplicar, incluso dentro de una jornada que parece no dejarte espacio.

1. Haz microdescansos reales (de 90 segundos)

Para prevenir el burnout como profesional en medicina, no necesitas 30 minutos para recuperar energía, con pausas de 90 segundos con respiración consciente, estiramiento o cerrando los ojos, puedes resetear tu sistema nervioso y reducir el estrés acumulado. Puedes hacerlo entre pacientes o cambios de actividad, si te queda fácil, ve al baño, respira lento, estira el cuello y los hombros. Un minuto y medio puede cambiar el tono de toda la jornada.

2. Define una “rutina de cierre” al final del turno

Definir una rutina de cierre al final del turno cuando eres profesional en medicina, puede ayudarte a desconectar de lo que haya sucedido durante el día, es una señal que le indica a tu cerebro que ya puede descansar, estas son algunas de las maneras en las que puedes hacerlo: cámbiate de ropa conscientemente, escucha la misma playlist en el camino a casa,
o incluso, escribe tres cosas que aprendiste en el día.

3. Practica higiene emocional en lugar de acumulación

Como médico que busca prevenir el burnout, practicar la higiene emocional para no acumular emociones que te lleven a la saturación, te ayuda a mantener tu salud mental, así como a brindar una atención de calidad a tus pacientes. Para ponértelo en términos más prácticos: así como no acumulas guantes usados, no debes acumular emociones intensas sin procesar. El cuerpo las guarda y pasa factura. Una manera de desahogarte de forma práctica es usar una nota de voz en tu celular y, al final del día, grabar lo que más te impactó emocionalmente (positivo o negativo). No es para publicar, es para soltar. Te sorprenderá cómo baja la carga al simplemente verbalizarlo.

4. Evita el aislamiento

Como profesional en medicina, es muy importante que evites el aislamiento, porque muchos médicos viven jornadas extensas sin hablar realmente con nadie, más allá de lo estrictamente necesario que, en su mayoría, está relacionado con términos técnicos de la medicina. Esto genera aislamiento emocional, uno de los grandes desencadenantes del burnout.
Si puedes, busca generar espacios con colegas para compartir sobre lo simple, como una anécdota, una risa, una frustración, etc. Lo importante no es cuánto tiempo, sino la conexión humana que rompa la soledad en la que mantienes.

5. Redefine el descanso

Para prevenir el burnout en tu profesión en Medicina, es esencial que identifiques con qué tipo de actividades te recargas para que puedas elegirlas conscientemente. Para algunos será caminar, para otros cocinar o hacer algo creativo con las manos. Para descubrir lo que te da descanso, haz una lista de “actividades reparadoras” y asegúrate de tener al menos una en tu semana, aunque sea por 20 minutos. No se trata de destinar grandes cantidades de tiempo, se trata de crear pequeños rituales que te devuelvan a tu centro.Recuerda que prevenir el burnout en el sector salud, no se logra solo con vacaciones, se construye en los pequeños momentos del día a día. Y sí, puedes hacerlo dentro de la realidad que vives, sin dejar de atender, sin dejar de ser profesional. Tu salud mental también merece un lugar en tu jornada. No es egoísmo, es autocuidado.