Los males estomacales y los emocionales siempre van de la mano. A lo largo de la historia han existido dudas acerca de la relación entre las enfermedades intestinales y las mentales. ¿Es el estrés el que genera la gastritis? ¿O es al revés? En este caso específico, los hallazgos indican que la relación entre las enfermedades intestinales y las mentales se dan en doble vía.

Los estados de estrés, ansiedad y depresión pueden somatizar para afectar el intestino. Y a la vez, el sistema digestivo y su funcionamiento como un ‘segundo cerebro’ pueden influenciar en el comportamiento y las emociones. Según un estudio realizado por médicos de la Universidad del Valle, publicado en la revista Colombia Médica, la gastritis crónica es una de las causas de consulta más comunes en la población general y se han identificado diferentes factores asociados con su aparición, entre ellos, causas ambientales como el estrés, la ansiedad y la depresión.

El estudio, hecho en 164 pacientes, encontró que el estado de ánimo y el estrés emocional originan muchos síntomas digestivos, más difíciles de interpretar que los síntomas de padecimientos orgánicos. Otra investigación realizada por estudiantes de Medicina de la Universidad de los Andes, en el 2016, también demostró que el estrés, la ansiedad y la depresión presentaron una relación del 91 por ciento entre los participantes del estudio, que eran pacientes con problemas digestivos.

¿Cómo se conectan la mente y el sistema digestivo?

El especialista Rodrigo Córdoba, presidente de la Asociación Psiquiátrica de América Latina (Apal), respalda los hallazgos del estudio al afirmar que “enfermedades como el estrés crónico o la depresión pueden somatizar en enfermedades intestinales, ya que el sistema digestivo es muy sensible a las emociones”. De ida y vuelta un artículo publicado en New Scientist, hace dos años, también reveló que hay cerca de 100 millones de neuronas en todo el tubo digestivo, desde el esófago hasta el recto.

Estas producen casi los mismos neurotransmisores que el cerebro, los cuales se encargan de transportar hormonas como la dopamina, que es la que genera sensación de felicidad. Entonces, cuando el neurotransmisor falla, a esta hormona le cuesta llegar a su destino, causando problemas emocionales. El estudio concluye, en ese sentido, que el intestino es prácticamente un segundo cerebro, lo que significa que la relación también se puede dar al contrario; es decir, son los males intestinales los que pueden generar problemas como estrés o ansiedad.

Al respecto, el gastroenterólogo William Otero sostiene que “se sabe que la serotonina es el principal neurotransmisor que regula las emociones, al igual que la dopamina; el 95 por ciento de la serotonina y el 50 por ciento de la dopamina que circulan en el cuerpo se encuentran en el intestino”. De hecho, los transmisores en el intestino cumplen funciones digestivas, como el movimiento de los intestinos y el procesamiento químico de los alimentos, explica Otero. Lo anterior permite confirmar que el intestino puede no solamente encargarse de funciones digestivas, sino también puede influir fuertemente en las emociones, sentimientos y conductas.

¿Y cómo la alimentación es importante en todo esto?

Todos estos trastornos comparten unos mecanismos patológicos que la investigación y el progreso científico están ayudando a esclarecer. Estos mecanismos incluyen la inflamación crónica y sutil de las paredes del estómago y del intestino en conjunción con alteraciones de los movimientos de estos órganos, pero sobre estos mismos mecanismos también ejercen una gran influencia los alimentos, además de la composición de la flora intestinal o microbiótica que es específica en cada persona. “La salud digestiva depende, pues, del equilibrio homeostático entre la función cerebral y la función digestiva, sensibilidad, motilidad, inflamación y microbiota y, a su vez, está influida por la dieta”, explica el Dr. Malagelada, que añade: “la recuperación de la normalidad digestiva mediante el tratamiento comprende desinflamar, regular la actividad sensitiva y motora, adoptar la dieta adecuada y restablecer el equilibrio emocional”.

Así pues, los expertos de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) recomiendan cuidar lo que comemos y cómo lo comemos, entender lo que nos sienta bien y mal para
adaptar la dieta al bienestar de cada persona. Lo mismo para nuestro intestino: hay que cuidarlo, favoreciendo el tránsito intestinal, saber relajar el abdomen, cuidar la microbiota y dedicar el tiempo que cada uno necesite para ir al baño. Cambiar la flora bacteriana intestinal predeterminada puede variar no solo la calidad de la digestión, sino también el estado de ánimo. El Dr. Malagelada insiste: “un correcto funcionamiento del aparato digestivo y un cuidado adecuado del mismo a base de una dieta equilibrada y que nos siente bien, son básicos para el bienestar emocional”.

Bibliografía

  1. Los males estomacales y los emocionales siempre van de la mano. (2017).
    Universidad del Valle. http://uvsalud.univalle.edu.co/comunicandosalud/wp-
    content/uploads/2017/10/24.10.17-Los-males-estomacales-y-los-emocionales-
    siempre-van-de-la-mano.pdf
  2. Mente e intestino. (2016).SED. https://www1.sepd.es/contenido/prensa/112_SEPD-NP-mente-e-intestino-16-jun-2016.pdf