Desde hace más de 100 años se inició la producción de agentes antimicrobianos, no obstante, su producción en cantidad sólo se dio a partir de la segunda guerra mundial. Los países desarrollados continuaron la creación y desarrollo de nuevos fármacos antimicrobianos y siguieron su uso en la población con el fin de controlar las enfermedades infecciosas, esto contribuyó al bienestar de las personas y disminuyó los índices de morbilidad y mortalidad de sus habitantes. Por otro lado, los países en desarrollo no contaron con la misma suerte y su población se vio duramente afectada debido a los altos índices de pobreza y acceso a servicios de salud restringidos. 

En los últimos años, se ha venido presentado un aumento en la resistencia a estos medicamentos, lo que ha encendido las alarmas en materia de salud pública al ser considerado una amenaza a la salud, ya que compromete la vida.

Pero, ¿qué es la resistencia antimicrobiana?

La resistencia antimicrobiana se refiere a los mecanismos de defensa que generan los microorganismos ante los medicamentos, disminuyendo la eficacia o inhibiendo la de estos últimos; logrando con esto que los tratamientos sean más complejos y contribuyendo a su vez a la propagación de enfermedades y complicación de las mismas e incluso la muerte de quienes la padecen. 

Por lo general, esta resistencia está relacionada con el consumo erróneo de este tipo de medicamentos, como la automedicación, dosificación inadecuada, período de tratamiento incorrecto, ingesta inadecuada, uso incorrecto del medicamento por el personal de salud por desconocimiento, entre otros factores. 

Situación mundial de la resistencia antibiótica

El Sistema Mundial de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos y de su Uso (GLASS), realizó un análisis en 127 países desde el año 2017 hasta la actualidad sobre la tasa de resistencia a los antimicrobianos para evidenciar con esto sus complicaciones. Los resultados arrojaron altos niveles de resistencia a microorganismos relacionados con infecciones nosocomiales como Klebsiella pneumoniae o Acinetobacter spp, inclusive notificaron que el 8% de estos microorganismos resultó resistente a los antibióticos carbapenémicos considerados como último recurso para tratar este tipo de infecciones, lo que hace que aumente el riesgo de mortalidad al no tener tratamiento para este tipo de infecciones. 

De igual manera, se reportó que el 60% de las cepas aisladas de Neisseria gonorrhoeae mostró resistencia a la ciprofloxacina, el 20% de las cepas aisladas de E. coli resultaron resistentes a la ampicilina, cotrimoxazol y fluoroquinolonas. 

Además, también se logró analizar que el tratamiento para infecciones comunes como la tuberculosis, neumonía, meningitis, VIH, enfermedad diarreica, entre otras, se están volviendo complejos debido a que los fármacos usualmente utilizados están perdiendo su efectividad debido a estas resistencias y los que se tienen como alternativa se han ido agotando; un claro ejemplo de este problema es que en 81 de los 92 países que tienen como problema de salud pública la malaria, su fármaco de elección (cloroquina) ya no presenta eficacia y todo gracias a la resistencia antibiótica.

¿Será entonces esto una preocupación mundial por la resistencia microbiana?

Sí, existe una preocupación generalizada por la acelerada propagación de microorganismos farmacorresistentes, multirresistentes y superbacterias, debido a que no se tienen medicamentos eficaces para combatirlos. En este sentido, los antibióticos cada vez son más ineficaces debido a esta farmacorresistencia, conllevando a que las infecciones sean cada vez más difíciles de tratar y esto provocando un deterioro en el bienestar de las personas y un aumento en las cifras de mortalidad. 

Además, a esta preocupación se suma que actualmente no hay una línea de desarrollo clínico activa que esté en proceso de fabricación de nuevos agentes antimicrobianos. Por ejemplo, en 2019 se tenían 32 antibióticos en fase de desarrollo clínico contra agentes patógenos prioritarios, pero solo seis se consideraron innovadores, además, todos los países, en especial, los de bajos recursos, presentan escasez de antimicrobianos de calidad. 

Por esta razón, es importante cambiar la forma de uso de los antimicrobianos y hacer campañas de concientización del uso de los mismos con nuestros pacientes, ya que si se continúan cometiendo los mismos errores que hasta ahora, los nuevos fármacos tendrán el mismo fin de los actuales dificultando el tratamiento de enfermedades.

Esta es la investigación y desarrollo para combatir la farmacorresistencia

En el 2017 la OMS creó un listado con los agentes patógenos prioritarios para combatir, su actualización se realizó en el año 2022, con la finalidad de que cada año se valore la progresión de las líneas preclínicas y clínicas desarrolladoras de antibacterianos; el enfoque de estos años se ha realizado en combatir bacterias gram negativas resistentes a los carbapenémicos. 

Se tiene como meta que para el año 2025 se elaboren y distribuyan cinco nuevos fármacos contra los agentes patógenos farmacorresistentes que representen mayor amenaza identificados por la OMS. 

¿Qué consideras relevante hacer desde el papel que representamos como médicos para combatir esta crisis a la resistencia microbiana? Compártenos tu opinión en los comentarios.

Referencias:

Divzone, G. D. C. (s. f.). Microorganismos. http://www.grupogermen.org/microorganismos.html